Suiza

Bandera Suiza

Suiza es el cuarto país con más armas del mundo, pero uno de los países con menor índice de criminalidad con arma de fuego.
Son los únicos europeos que comen perro.
Es tan pequeña que ninguna localidad está a más de 75 kilómetros de la frontera.
Casi todas las viviendas tienen refugios subterráneos capaces de albergar a toda la población del país en caso de guerra o hecatombe.
Aquí nació Heidi y Frankenstein, pero murió Sherlock Holmes.
Residieron Freddy Mercury, Charles Chaplin y Albert Einstein.
Hay autómatas, un museo de la iconografía de ‘Alien’, y el mirador más alto de Europa (al que se sube con el tren más caro del mundo).
Donde se hizo el primer viaje de LSD (a lomos de una bicicleta) de la historia.
Donde se inventó el chocolate con leche, pero no el reloj de cuco.

Todo eso, y mucho más, podréis descubrirlo en Ciclistas de sofá. Y, por el camino, os echaréis unas buenas risas con todos los tropiezos que sufro.

Suiza es un pequeño gran desconocido. Como una aldea gala resistiendo numantinamente el asedio romano, Suiza es una diminuta mancha en el centro de Europa que, sin embargo, no pertenece a la Unión Europea. A pesar de estar completamente rodeada de países que han asumido el euro como moneda oficial, Suiza continúa aferrada con terquedad a su querido franco suizo. Así pues, sin irme demasiado lejos, tenía la posibilidad de internarme en una región que no usaba la moneda que lo estandarizaba todo, como si Suiza en realidad fuese un lugar remoto. Porque Suiza es como una isla perdida, aunque no esté rodeada de agua por todas partes. Un rara avis geopolítico. Un lugar exótico, aunque cercano, para el cual no era necesario inyectarse toda clase de vacunas como si fueras el barón von Humboldt antes de embarcarse en la búsqueda de las fuentes del Amazonas.